martes, 5 de junio de 2012

La maldición de perder el tiempo

El otro día recordaba un movimiento que descubría hace unos meses el cual invitaba a que tu vida tomara un ritmo más lento. La filosofía slow te rescata de la maldición de que no hacer nada es perder el tiempo y perder el tiempo es ser un vago, y ser un vago no ser productivo y por tanto un inútil para la sociedad.

Fuente: Google imágenes
Hablar de robots sigue pareciendo cosa del futuro o de alguna historia virtual. Me viene ahora a la mente el viejo personaje cortocircuito, nostalgia de los ochenta, o el entrañable wall-e enamorado. La imaginación nos arrebata de un golpe la idea de que los humanos nos estemos convirtiendo en autómatas y nos traslada a la idea romántica del robot con sentimientos. Me asusta esa programación a la que nos hemos abandonado en la que todo tiene que activarse a la hora prevista y no cesar hasta agotar las fuerzas. Vida mecánica, relaciones vertiginosas, espíritu colmado de vacíos. Pensaba en esto cuando retomaba la conversación con una amiga sobre la pérdida de tiempo y lo penalizado que anda esto cuando se trata de estar en este mundo de acá (distinguiendo el allá en otras culturas)

Me pregunto por qué corremos, qué prisa tenemos en comer, caminar, llenar nuestro calendario de actividades y aprovechar, aprovechar el tiempo. Supongo que pararse a respirar, detectar tus emociones, las sensaciones de fuera y de dentro, reflexionar, descansar, soñar o simplemente estar resulta inconcebible por no entender para que sirve. La no acción es aburrida e incomprensible y seguramente hasta molesta. ¿Huimos? ¿A dónde queremos llegar?

Una reflexión que comparto.

2 comentarios:

Jucar dijo...

Hay una parte de la vida en la que, para la gran mayoría, no queda más remedio que adaptarse al ritmo de la misma.
Otra parte sin embargo depende de nosotros mismos, y en esa tenemos que decidir nuestro propio ritmo, nuestras prioridades, aunque se trate de "perder el tiempo" contemplando un paisaje.

Un beso

Unknown dijo...

tienes razón, Júcar. La sociedad nos impone una velocidad a la que es difícil escapar. Pero como dices, el resto del tiempo, es nuestro y estoy segura de que empezar a perderlo es una hermosa manera de comenzar a ganarlo.

Un placer verte, un beso!

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