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El silencioso momento de los espíritus en el que el mundo gira vertiginoso y tu caminar se vuelve lento y pausado, como una escena de cine al aire libre donde la chica se gira a cámara lenta entre el frenesí inconsciente de la vida que se precipita a su alrededor. Así hago el camino. Igual que el astronauta que explora la luna con un flotante paseo. Doy un paso y otro. Respiro mi infancia en las calles del centro, los helados del Mc Donalds, el olor a la guardería en la que jugaba a trepar montañas de neumáticos, en la luz lánguida de las ventanas del colegio, el primer beso en el portal, las melodías de los dieciocho, el tiempo. La vida asomándose a los ojos como diapositivas antiguas con Sandra niña dentro, Sandra adolescente, Sandra Universidad y un millón de Sandras que vienen a enredarse en su nuevo cuerpo y reclamar su trozo de identidad.
Así vuelvo al origen, enredada en el verano pegajoso de agosto que hiela las manos y hiere el pulmón izquierdo que protege el corazón. Con el sabor a canela del pasado y el olor a nueces de septiembre. Regreso, transparente, para dejarme querer. Para extender las raíces y elevarme como un árbol, alto e inabarcable.
2 comentarios:
Te leo y un escalofrío recorre mi espalda por todas las Sandras que se me aparecen y que tengo el orgullo de haber VIVIDO y porque describes cada rincón de esta ciudad, con la elegancia del alma que me enseñó a ponerme la metáfora por montera, pintarme los labios rojos y salir al mundo a contar quien soy.Gracias
:) gracias a ti porque yo soy un hermoso porcentaje de lo que tú eres y se quedó en la Sandra niña, la adolescente y la que ahora soy.
Abrazo desde este lado de la avenida
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