domingo, 20 de mayo de 2012

Compartiendo, sobra

Ya lo sabía desde hace tiempo y, aunque intenten hacérnoslo olvidar, yo consigo tener experiencias demostrables cada mes que me lo recuerdan y regalan una pequeña satisfacción de que se puede. Se puede vivir de otra manera. Tal como viene a enseñarnos la parábola del evangelio sobre los panes y los peces, y dejando al lado mi agnosticismo: compartiendo, sobra. Dos mentes juntas piensan más y mejor y construyen lo inconstruible por uno solo.

Hoy vengo a hablar de la iniciativa de Desayunos Ciudadanos que llevamos desarrollando en Madrid desde hace año y medio. Con ella promovemos el uso de la ciudad como un lugar de encuentro, más allá del uso de las calles como espacio de tránsito o consumo. Reinventamos las plazas, los parques, y los rincones olvidados como lugares del ciudadano en los que reunirse a compartir. Sí, compartir exclusivamente. Cada uno se acerca al punto de encuentro con una aportación culinaria para el desayuno, una taza y muchas ganas de conocer a otra gente con la que relacionarse. Sí, relacionarse: hablar sin teléfono móvil, ni banda ancha de internet. Interactuar con desconocidos sin una gota de alcohol de por medio u otras sustancias deshinibidoras. Mirar a la cara al de enfrente y escuchar, responder, preparar un pastel de crema para no sabes muy bien quién.

Cada mes son más los que se animan a esta iniciativa natural y espontánea que en el mundo que vivimos supone algo exótico y extraño. Jóvenes, ancianos que pasean y niños disfrutan de esta reunión intergeneracional que da una prueba más de que las cosas se pueden hacer de otra manera. Pero si ponemos sobre la mesa valores como la solidaridad, la unión, el respeto, la colaboración y la alegría... ¿Qué nos queda? un movimiento hacia una sociedad nueva. ¿Le interesa eso a los que gobiernan, sean los unos o sean los otros? Es obvio que no.

Pues a nosotros no nos importa. El mes que viene más.

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